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VITAMINA D, IMPRESCINDIBLE PARA LA SALUD ÓSEA



Nuevos estudios relacionan la carencia de la Vitamina D con diversas enfermedades pero se requieren aún mayores evidencias científicas. La Vitamina D juega un papel importante en el mantenimiento de la salud general a través de múltiples funciones. La función más conocida de la Vitamina D desde hace ya muchos años, y probablemente la más importante, es la regulación de los niveles de calcio y fósforo en la sangre, al promover la absorción intestinal de ambos minerales a partir de los alimentos y la reabsorción de calcio a nivel renal. Con este mecanismo contribuye a la formación y mineralización del hueso, por lo que es fundamental para el desarrollo normal del esqueleto. Se la conoce también como la Vitamina antirraquítica, ya que su déficit en edades tempranas provoca raquitismo. En la edad adulta, la escasez de Vitamina D puede derivar en un mayor riesgo de padecer fracturas. Por esta causa, la Vitamina D se la utiliza en la prevención y el tratamiento de la osteoporosis y otras enfermedades que comprometen la salud ósea. La mejor fuente natural de Vitamina D es la luz del sol. Más de 90% de los requerimientos de nuestro organismo provienen de la transformación de una sustancia presente en nuestra piel, denominada 7-dehidrocolesterol en provitamina D3 y rápidamente en vitamina D3 (colecalciferol) por la acción de la radiación ultravioleta del sol sobre la piel. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda exponerse al sol entre 10 y 15 minutos de 3 a 5 veces por semana, evitando quemarse, para lograr una producción adecuada de Vitamina D. El resto, un pequeño porcentaje, se obtiene por absorción intestinal a partir de la dieta alimenticia. Los principales alimentos ricos en Vitamina D son: pescados azules como el salmón, atún, arenque o las sardinas, algunos productos lácteos y la yema de huevo. Para quienes tienen dificultades en obtenerla en los niveles adecuados a través de la luz solar y la dieta, los suplementos vitamínicos o los alimentos enriquecidos pueden ser una opción a tener en cuenta. Carencias de Vitamina D La deficiencia de la Vitamina D es común en sociedades desarrolladas, especialmente en poblaciones que viven en latitudes con pocas horas de luz solar. El extendido uso de filtros y bloqueadores solares con factores altos de protección contra la radiación ultravioleta también contribuye a incrementar el riesgo de déficit. Es así que en países como Argentina, Chile y Uruguay los estudios muestran que altos porcentajes de hombres y mujeres presentan niveles subóptimos de Vitamina D. Más allá de su reconocido rol en la mineralización ósea y en el crecimiento del esqueleto, en los últimos años se ha generado un creciente interés en el ámbito de la salud pública por otros múltiples posibles beneficios que esta vitamina podría tener. Existen algunas evidencias de su probable papel en la regulación de las glándulas paratiroides, el sistema inmune, en la piel, en la prevención del cáncer y en el desarrollo y diferenciación celular. Nuevas investigaciones sobre la Vitamina D El progresivo interés de la comunidad científica en las acciones extraesqueléticas de la Vitamina D se refleja en los numerosos estudios publicados en la última década sobre su influencia en diversas patologías autoinmunes, así como una incidencia creciente en enfermedades como la hipertensión, la obesidad, la diabetes tipo 2 o el síndrome metabólico. Investigaciones recientes sugieren que niveles bajos de Vitamina D producen efectos adversos y se han asociado con una amplia gama de patologías que incluyen: enfermedades autoinmunes (esclerosis múltiple, diabetes tipo 1), demencia y enfermedad de Alzheimer en las personas mayores; enfermedades cardiovasculares o algunos tipos de cáncer como el de mama, próstata o colon. Estos hallazgos han llevado a algunos investigadores a plantear la hipótesis de que si se aumenta la ingesta de Vitamina D a través de suplementos se podría reducir la incidencia o modificar favorablemente el curso de estas enfermedades. Otros profesionales, en cambio, sostienen que estos resultados deben analizarse con cautela, ya que aún no existe evidencia suficiente como para adjudicarle un efecto beneficioso a la administración suplementaria de Vitamina D. Entonces, los estudios de intervención en los que se investigó el probable beneficio de la suplementación de Vitamina D sobre estas patologías fallaron en confirmar mejoría en estas alteraciones. Los estudios de intervención, también llamados experimentales son aquellos en los que los individuos participantes se clasifican en grupos sobre la base de que estén expuestos o no a un factor concreto, en este caso la Vitamina D. Los beneficios de la Vitamina D Por lo tanto, no se puede asegurar que aumentar la ingesta de Vitamina D tenga algún otro beneficio para la salud más que el ya sabido sobre el metabolismo del hueso. Se necesitan más ensayos clínicos para evaluar los efectos no esqueléticos de los suplementos de Vitamina D. Si bien estas observaciones plantean la necesidad de ampliar la preocupación médica por las consecuencias de la hipovitaminosis D, no sólo a las posibles alteraciones óseas sino también las relacionadas con sus acciones no clásicas, no existe aún evidencia suficiente como para utilizar en forma masiva suplementos. Intuitivamente en pacientes en los que se detecta un déficit parece lógico proponer la corrección, sin embargo aún quedan dudas acerca de sus beneficios reales sobre otros efectos más allá de la salud ósea. En conclusión, se recomienda:

  1. No automedicarse; no es conveniente tomar suplementos vitamínicos si no es por prescripción médica.

  2. La intoxicación por vitaminas (hipervitaminosis), si bien ocurre muy raramente, puede desencadenar trastornos en la salud. En el caso de la Vitamina D el riesgo es que los intestinos absorban demasiado calcio con las posibles consecuencias del aumento de sus niveles en sangre, lo cual entre otras cosas puede dañar los riñones.

  3. En el estado actual del conocimiento, la terapia con un suplemento de Vitamina D se recomienda únicamente cuando el propósito principal es inducir o mantener la mineralización apropiada de los huesos; no existe justificación, por lo menos hasta este momento, para su utilización con otros fines.

Autor

Dr. Ernesto Irrazábal. Médico endocrinólogo.


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